En un mundo de contrastes, donde la confusión se encuentra retenida por ilusiones de la sociedad. Siendo la realidad la mayor exponente de fantasías inimaginables, y he aquí que expondré algunas peripecias de mi travesía por el país de las maravillas. Lamento ahora haber perdido en algún momento aquella pertenencia de aquel lugar que me vio nacer. Ahora confirmo mi descendencia del caos armónico de la Ciudad de México.
En mi viaje a dicha ciudad, el día 31 de octubre, el cual no inicié con la persecución del conejo blanco hacia la madriguera, sino, durmiendo en el camión con salida de la ciudad de Xalapa. Próximo a la cuenca de la ciudad, he de sorprenderme por un lago marrón que cubría a la misma, y ni hablar del olor que se divisaba a lo lejos. Teniendo un poco de optimismo, consideré que entrando a la ciudad, arribaría rápidamente a la central TAPO, lamentablemente, no pensé que el tráfico es mucho mayor que el de mi nuevo lugar de residencia. Después de esperar como una hora entre los carros y camiones, por fin llegue a la central, y fue aquí donde me estaba esperando mi amigo historiador el cual me daría un tour por el valle de México. Entre iglesias, parques, edificios coloniales podría darme un chapuzón de cultura, arquitectura, religión y misticismo sólo como el territorio mexica lo puede ofrecer.
Así como el arribo de los aztecas (según el mito) ordenados por Huitzilopochtli, el cual les ordenó que sólo fundarían su reino donde estuviera "un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente". Llegó el pequeño artesano de palabras a la ciudad, sin encontrarme el águila devorando a una serpiente, pero si quizás a una inminente ciudad devorando lentamente los recursos de la tierra de la cual se alimenta.
Caminando a través de las intempestivas calles, llegue al caballito, escultura de Sebastián (Enrique Carbajal González) que se encuentra al inicio del Paseo de la Reforma. Siendo una escultura, se puede decir que es la abstracción plena de la esencia del caballo, figura que encantaría a cualquier filósofo de la corriente fenomenológica.
Tomando un descanso por el Hemiciclo a Juárez, monumento construido en mármol de carrara, sobre un proyecto del arquitecto Guillermo Heredia, que se encuentra en la avenida Juárez, en la parte sur de la Alameda Central. Sintiendo la suave superficie del mármol, y viendo transcurrir las horas a lo largo de la época otoñal, aprecie este bello monumento.
Pasando a Bellas Artes, pude sumergirme en aquella nostálgica de los clásicos. Ubicada en avenida Hidalgo, avenida Juárez, Eje Central Lázaro Cárdenas y Ángela Peralta. En su interior se encuentran murales de José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, entre otros. Fue encargado por el presidente mexicano Porfirio Díaz al final de su mandato. El águila, coronando la estructura, custodiando la ciudad, entre ángeles y musas esculpidas en el mármol, siendo testigos del paso de la gente por la ciudad caótica.
No cabe más que girar sobre si mismo para ver al otro lado, sobre la avenida Lázaro Cárdenas y Madero, una figura grisácea, de cristales que reflejan el multicolor de los chilangos. La torre Latinoamericana, la cual desde la altura puede apreciar la incesante contaminación que se traga a la ciudad, al igual puede ver bailar a los ángeles en las iglesia y a los demonios entre las personas.
Retomando la idea anterior, es sorprendente ver la cantidad de iglesia que se alzan a lo largo de la ciudad. Con este recorrido entre las figuras sacras, pude darme cuenta de la máscara hipócrita del hombre en tanto a su religión. Estando en la catedral del zócalo, se nos invito al público en general a pasar a la exposición de tesoros religiosos de la misma iglesia, claro esta que con un precio, siendo este el de 15 pesos. No discuto el precio monetario, más bien me quejo que siendo tan puritanos para ciertas cuestiones, se vean cometiendo una infamia que se marca en la Biblia. No es que sea muy religioso, simplemente creo que hay que ser coherente con lo que se predica, aun siendo un lugar turístico, es necesario que si desean un mínimo de respeto, comiencen por revisar sus principios.
Los demonios no solamente corren por los pasillos de las iglesias, también se encuentran inmersos en el dolor de las familias mexicanas, riéndose y transformándose en una desigualdad cada vez más aparente. Descansando en la alameda, y sintiendo un poco de frío, mi amigo Luís, me ofreció un cigarrillo, el cual acepte. Luís llamo a una señora que caminaba ofreciendo entre dulces y cigarros a los visitantes del parque, se nos acercó para vendernos aquel gustado cigarro, después de la compra, mi amigo le preguntó qué tal iba la venta y más aun con el frío que se hacia sentir, respondiendo que a veces el negocio no iba tan bien, y que un día, su hijo pidiendo el alimento diario, la señora se avergonzó al decirle que no había gas para calentar aquella sopa, y por lo mismo se tendría que comer fría. Aquel anécdota quedándoseme marcado en la memoria, me mostró un demonio atrás de la señora, alimentándose de su sufrimiento, y este demonio, hijo de la desigualdad económica reinante en nuestro país.
Lentamente la noche se fue tragando la ciudad defeña, y se aproximaba la hora para el evento, el cual era el motivo de mi estancia en la ciudad. Adentrándome con mi amigo al metro, el cual estaba atiborrado de personas, causado por el concierto que se avecinaba. Pude experimentar la saturación del transporte por cuenta propia, sin que este hecho desencantara mi viaje por algún instante.
Llegando sano y salvo al Palacio de los Deportes, lugar donde se llevaría acabo el concierto del grupo Daft Punk. Por mencionar algunos datos, fue la primera vez que arribaron a tierra azteca el dúo francés de música electrónica. Esperando un increíble espectáculo de luces y de sonidos estridentes, se llevo a cabo el concierto con llenado total del recinto y con una gran emotividad por parte de los presentes.
Al día siguiente, siguió mi tour por la ciudad, nuevamente fui llevado a las iglesias, parques, y centros culturales de la misma. Pudiendo apreciar un poco mejor el metro en un estado más normal que el del día anterior, el olor y su sonido se quedaron en mi mente impregnados. Venas que se esparcen por las entrañas de la ciudad, llevando a los lugareños a sus lugares de destino, sin este ¿qué sería de la ciudad?
Así como la pequeña Alicia tuvo una comida con locos, no cabía menos esperar de mi viaje a la tierra de las maravillas. Estando en un pequeño restauran de comida “vegetariana”. La pequeña mesera se nos presentó con un vestido entre negro y morado, cubierto con una delicada maya negra, una blusita del mismo color que la falda, unas alas de mariposa adornadas con brillos y figuras de papel y por último, coronando su cabeza, unas pequeñas antenas con bolas moradas. Mi amigo y yo quedamos encantados ante aquella criatura, con cierto aire entre infantil, oscuro, sarcástico y paranoico. Le preguntó el historiador con respecto a su vestido, si lo portaba por la fecha o si era común su uso, respondiendo que tanto la blusa como el vestido eran normales en ella, pero los adornos extras, alas y antenas, eran con motivo del día de muertos.
El último lugar de mi travesía fue Garibaldi, lugar donde se congregan los mariachis. Entre las luces nocturnas de la ciudad, se apreciaron los típicos hombres mexicanos entonando fantásticas canciones. Siendo un grupo el que destacó, pues le estaba ofreciendo serenata a la figura de la muerte que se encuentra en la misma plaza.
A lo largo de mi estancia en el país de las maravillas, pude soñar y dejarme absorber por una tierra que tiene de todo y en exceso, sin decirlo de una forma negativa, al contrario, he sentido que me ha dado un nuevo sueño dentro de mi caos, y agradezco infinitamente la oportunidad de haber caminado nuevamente por aquellas calles llenas de colorido, ambulantaje, diversidad, religiosidad, armonía y caos. Cerrando así un capítulo del libro de pasatiempos, el conejo blanco regresará a la madriguera de donde salió, sin antes volverme a seducir para que lo persiga y me caiga al sueño del país de las maravillas.