domingo, 31 de mayo de 2015

Ayer y hoy


Ayer

… la tarde me llamó a salir. Sabía que me lo encontraría e incluso imaginé que lo vería con el otro. Tenía antojo de unos churros por lo que me dirigí al parque del centro. Mientras caminaba pensaba, llegué, compré la comida y me senté mirando hacia el horizonte. Pensaba que no necesito de “colas” para salir, es decir, si quiero pasear no siempre será acompañado. Pasaron unos minutos y ahí estaban los dos, caminando de la mano. Aunque la noche llegaba una claridad llegó a mi mente. Las apariencias se tornaron reales. Ahora sabía lo que debía hacer. 

Hoy

… la lluvia llegó y un frío descendió por los últimos días de la primavera. La casa está sola, hay un silencio que fortalece. Ya no hubo mensajes, no sé dónde estarás o qué piensas. Por hoy debo dejar de buscarte. Te dije que fue una falta de respeto que me buscaras cuando empezaste a salir con alguien más. Cómo son las cosas, hace unas semanas me regañabas por intentar salir con alguien con pareja y ahora venos, repites las historias.

domingo, 24 de mayo de 2015

Responsabilidad por los silencios


"Hay que ser responsable. Eso lo he dicho toda mi vida. Uno tiene la obligación moral de ser responsable de sus actos y también de sus palabras e incluso de sus silencios, sí, de sus silencios, porque también los silencios ascienden al cielo y los oye Dios y sólo Dios los comprende y los juzga, así que mucho cuidado con los silencios".


Nocturno Salvaje, Roberto Bolaño

sábado, 23 de mayo de 2015

Gravedad


Del suelo caían las gotas hacia la infinitud del cielo. Una a una recordaban los pasos a seguir. Primero el paso doloroso de la separación del suelo y luego caer lentamente hacia el cielo. Ninguna quería caer; sin embargo, la gravedad las empujaba hacia arriba, hacia abajo. La gran ley que mantiene los pensamientos en el suelo y los sueños lejos de los ojos.

Foto de Vannia (Vanns)

jueves, 14 de mayo de 2015

Diálogos sobre Babel


Al final el amor no escapa a babel y lo que tenemos es una traducción.
Escrito con el consentimiento de Manuel Cucurachi. 

Sé que no puedo exigirles a los demás que me digan lo que sienten, y me siento como en Babel, tratando de interpretar su silencio. Pero parece que soy el único que se atreve a hablar, a dar el código.

Y sólo la valentía es capaz de romper el silencio.

El conde de la niebla.

Silva inconclusa


Dos momentos en uno.
Aparece agua del curvo reflejo
y aquél lugar ninguno:
estanque y un espejo.
El primero nace de varias venas,
no pide, está colmado.
Si beben de su agua recogen penas:
simplemente oímos aquél llamado.

Tiñes de granada mi superficie,
...
...
Con el rostro desnudo

Hoy te dije que ya no más. Sólo un soneto, 
la Silva que alguien más te la escriba. 
Para Ig. 

martes, 12 de mayo de 2015

¿Para qué ser mordido por el gato?



Te veo tan frágil, vulnerable. ¿Por qué? – He dejado mi corazón expuesto o quizás se ha ido. No lo sé, más bien siento un gran dolor en el pecho. Lo deseo, pero estoy consciente de que no me hará caso. – No es la primera vez que te pasa. – No, ya lo había intentado antes con otra persona. Igual, escribí unos disque poemas. Me atreví a decirle lo que sentía y sin más, me dijo que prefería mi amistad aunque al final también se terminó.

¿Y ahora qué pasa? – Simplemente no estoy dentro de sus posibilidades, más bien, no estoy dentro de ellas. Está saturado de cariño, está completo, tiene una buena relación, en su mundo las piezas encajan de manera adecuada aunque a veces él crea que no es así. Yo soy simplemente algo bueno que pasa de lado, un bocadillo mental.


¿Por qué lo sigues buscando? – Por algo extraño, no sé. Es un impulso que me lleva hasta él, desea hacerlo feliz. Intento colarme por alguna pequeña grieta pero creo que soy sólo un ratoncito que juega con el gato a pesar de saber el peligro.


¿Nuevamente estás jugando al ratón? Creo que sí. Existe una satisfacción al retar al gato. Hace tiempo, mucho diría yo me encontré con otro “gato”. Nos buscábamos, nos sentábamos a platicar en un café y a veces me invitaba a su guarida en donde el ratón esperaba, miraba al gato mientras éste fijaba su mirada en el pequeño roedor. El felino se acercó y entre sus mandíbulas apretó el cuello del ratón el cual produjo un pequeño quejido rindiéndose ante su cazador.


Mínimo logró darte ese placer, mientras que éste nuevo gato no hace mucho – No, la verdad que no. Bueno, parece como si hubiera atrapado un grillo o una cucaracha, con su pata la levanta y la vuelve a tirar, la lleva en su hocico de un lugar a otro y no la suelta, la cucaracha tiene la esperanza de volverse ratón y terminar mordido por el gato.

¿Para qué quieres que te muerda? – No sé. La sensación de ser atrapado es placentera. Así podrá morir el ratón y convertirse en otra cosa, quizás en gato.

domingo, 10 de mayo de 2015

Provocación


Logras con dos movimientos hacerme pequeño. Un vaivén de tu mano anuncia un deseo oculto entre tus pliegues; un deseo sin definición, aún no fijado. El silencio es tu alcahueta que viene y me susurra palabras al oído: “¡busca a Calixto!”. Qué terrible forma de seducción pues estoy enredado entre tus espacios en blanco, entra las posibilidades no fijadas. 

Regresa el vaivén, me quedo petrificado tratando de extraer hasta la última gota de aquella experiencia. Antepones varios pasos entre nosotros, el silencio. Dirás que es tu carta de presentación, la advertencia fue dada aun así deseo que calles. Voltea, habla, rompe el silencio y aquellos espacios en blanco. Disculpa… Me provocas. Mi cuerpo reacciona, lo reanimas. Quisiera tomarte de la mano, darte un abrazo, besarte y quizás ver que todo es una ficción como las demás.

viernes, 8 de mayo de 2015

Soneto I


Al caminante encontré acorazado
de reluciente granito: ¡armadura
roja encarnada! Estado amordazado
de las penas que contagia sin cura.

De la fuente limpiaste los canales
do fluyeron plateados fragmentos
ámbar y otros solos, simples carbones.
Difusos entre sí los sentimientos.

¡Orfeo, voltea!, detrás camino.
Acerca tu mano empuñada y sigue
ignorando así aquél paseo espino.

Delante veo y roza el claro incierto
de cinco dedos a los que mendigue,
sin anclar tus frescos labios al puerto.