Logras con dos movimientos hacerme pequeño. Un vaivén de tu mano anuncia un deseo oculto entre tus pliegues; un deseo sin definición, aún no fijado. El silencio es tu alcahueta que viene y me susurra palabras al oído: “¡busca a Calixto!”. Qué terrible forma de seducción pues estoy enredado entre tus espacios en blanco, entra las posibilidades no fijadas.
Regresa el vaivén, me quedo petrificado tratando de extraer hasta la última gota de aquella experiencia. Antepones varios pasos entre nosotros, el silencio. Dirás que es tu carta de presentación, la advertencia fue dada aun así deseo que calles. Voltea, habla, rompe el silencio y aquellos espacios en blanco. Disculpa… Me provocas. Mi cuerpo reacciona, lo reanimas. Quisiera tomarte de la mano, darte un abrazo, besarte y quizás ver que todo es una ficción como las demás.
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