domingo, 22 de mayo de 2016

Madame: 22 de mayo de 2016


En la madrugada del 22 de mayo de 2016 entró un grupo armado al club nocturno Madame disparando, dicen las fuentes, primero a un objetivo particular: una de las mesas de la entrada y después comenzaron a disparar a los demás asistentes al lugar. Es un acto de barbarie como muchos otros que se presentan a cada hora en este estado superado por la incapacidad gubernamental para desempeñar sus funciones y deberes más básicos: proveer a la ciudadanía de seguridad.

Estamos en medio de una época electoral y sólo vemos anuncios realizados con el mínimo de ética. Los candidatos, carentes de imaginación, lanzan a diestra y siniestra, como si fueran balas, consignas en contra de sus opositores.

Ciertamente ocurren muchos más crímenes en las calles de México y el mundo. No es por priorizar ningún hecho. Cualquier masacre debe ser repudiada. Lamentablemente escuchamos un silencio sepulcral proveniente de las personas que juran cumplir con su deber para la ciudadanía.

Lamentamos nuevamente que estos hechos sucedan y sobre todo a un sector de la población de por sí vulnerable.

¿Para qué seguir trabajando diariamente manteniendo un estado rebasado por personas que no saben vivir sin desfundar un arma de grueso calibre? ¿En qué punto de sus vidas llegaron a esa zona sin regreso llevándolas a subir en una lujosa camioneta y dirigirse a cobrar con sangre quién sabe qué negocios? ¿En qué punto de sus vidas llegó a ser más importante matar para mantenerse?

martes, 17 de mayo de 2016

domingo, 15 de mayo de 2016

Bienvenido



Tu mano furtiva me acercó a ti en el pasillo, fue el primer beso robado. El segundo ocurrió pocos años después. Había llegado a la TAPO, quedamos de vernos en la sala de espera. Entre la confusión me perdí. Caminé hacia el centro de la estación de autobuses. Estabas marcando mi número de celular. Al percatarte de lo inútil de la acción dejaste la bocina. Fuimos hacia fuera. En el trayecto me decías que estabas feliz de verme, nuevamente tu mano me acercó a tu cintura luego me robaste un beso en medio de la banqueta, debajo de aquél cielo despejado. Después del beso dijiste: bienvenido.