domingo, 21 de octubre de 2007

En Tierra de Nadie



Confusión, es el primer sentimiento que aparece ante los ojos del hombre, y caminando a través de un sin rumbo se llega por fin a una puerta, que, abriéndola de par en par conduce aquel territorio indefinido y mutable, que ha sido nombrado como “Filosofía”. Ante las imágenes ilusorias el hombre se siente inseguro en la tierra de nadie, pero este mundo, no es más que aquella vida que nace ante cada uno de nosotros, y es la vida misma que conlleva un gran precio, el de la incertidumbre de la propia. Esta búsqueda de saber inmersa en el hombre, lo conlleva a crear un orden dentro del caos de la existencia.

Para las personas que nos encontramos en contacto directo con la filosofía, poco a poco hemos construido una idea sobre que es la filosofía, pero, aquellas personas que se encuentran fuera de este ámbito, quizás la palabra filosofía los remita a un concepto gigantesco o simplemente a un desconocimiento de la misma. Preguntar ¿Qué es la filosofía? es una tarea bastante difícil de contestar pero que debe ser puesta en la mesa, pues es de suma importancia en la vida de cada individuo.

La palabra “filosofía” ha tenido significados diversos a lo largo de la historia, pero el termino “filosofía” se originó en la Grecia antigua. Etimológicamente, está formado por el verbo fileo= amar y el sustantivo sophia = sabiduría, conocimiento, de esta forma, para los griegos, filosofía era el “amor a la sabiduría”. La filosofía parece señalar hacia el espíritu, que como un viento extraño, lleva al hombre hacia los confines muy lejanos de su existencia. Este pensar, es una pensar profundo, el cual no se detiene en lo superficial, sino que prefiere llegar a las últimas causas, a la esencia de las cosas.

Es propio preguntarse que es la filosofía, pues es algo que nos concierne a todos. ¿Quién no ha sentido tristeza, soledad, angustia confusión a lo largo de su vida? Pues al estar en ese estado, es cuando se analiza las causas del problema para librarse de aquello que nos aqueja. La sombra de ese fin inevitable llamada muerte, nos conlleva a pensar si hay algo que nos libere de aquellas cadenas de lo efímero. Al pensar en el mundo, en la intimidad propia de cada hombre, en la vida en sí, es filosofar. Asi como indica Manuel García Morente “No se puede definir la filosofía antes de hacerla; como no se puede definir en general ninguna ciencia, ni ninguna disciplina, antes de entrar directamente en el trabajo de hacerla”, se requiere vivirla. Bochenski al analizar el territorio de la filosofía, considera que hay dos opiniones al respecto, siendo la primera, la cual la filosofía sería un concepto colectivo para todo aquello que no puede aún ser tratado científicamente (opinión compartida por Lord Bertrand Russel y de varios filósofos positivistas), y son los partidarios de esta opinión que considera que la filosofía no tiene un objeto propio, puesto que varias son las ciencias que se han desprendido de la filosofía. La segunda opinión indica que la filosofía no desaparecerá jamás aun cuando de ella se desprendan todas las ciencias posibles, pues la filosofía (desde esta opinión) no es una ciencia, puesto que su objeto es lo suprarracional o lo incomprensible. De aquí surge la pregunta ¿cuál es el terreno propio de la filosofía? La respuesta es muy variada, pero a grandes rasgos se puede establecer en el ámbito de la epistemología o teoría del conocimiento, la ontología, la ética, la antropología filosófica y la filosofía del lenguaje.
Lamentablemente, en nuestra época hay poca difusión sobre las reflexiones filosóficas, pues cabe mencionar que la muerte de Richard Rorty, para los medios no tuvo mayor relevancia, y el luto se guardó en círculos académicos limitados. Por otra parte, cabe destacar que autores como Chomsky, Habermas, Savater y unos pocos más tengan la posibilidad de que sus ideas sean difundidas en los medios, pero es poco tomando en cuenta la estatura de esta clase de hombres. La reflexión filosófica, de cierta forma, ha sido subestimada, pero creo que es conveniente para cualquier persona, someter sus dogmas a un examen continuo, pues de lo contrario se cae en el riesgo de que otros piensen y decidan en su nombre. No es necesario caer hasta ser simplemente espectadores de un mundo del cual no sabemos como funciona. Es significativo que las personas se acerquen a la filosofía, de esta forma, su conocimiento progresaría e incluso modificarían ciertas ideas que hasta el momento consideran ciertas. Es importante caminar en la libertad que nos proporciona la filosofía, de esta forma, estaremos conscientes de nuestra propia autonomía como individuos, capaces de crear y transformar nuestro entorno

Muerte

Donde la nostalgia de la alegría se vuelve presente dentro de los ojos de la ausencia, el dolor se hace latente con cada respiro y cada suspiro se convierte en polvo de un recuerdo.

El recuerdo se pierde en un grito ahogado de la nostalgia, y la pérdida es solo la liberación de un encadenamiento, atado a la propia vida.

Gritando para romper lo efímero de la existencia, sintiéndose presa de la voluntad sin poder ejercerla por la dimensión de un eco que jamás replicará.

Donde la desdicha es y no será, pues con cada paso se marca en el alma un alivio que se borra con cada respiro.

Bajando por la locura, hasta llegar a la inocencia de la filosofía, caminando sin recorrer ni siquiera un parpadeo, viendo a través de los ojos de la nada, para divisar la absoluta contemplación del ser.

Mirando sin mirar, en un espejo vacío, pero sabiendo que se mira y que no refleja la silueta del observador. El sujeto se estremece en la insolubilidad de su ser, pues no sabe donde acaba su cuerpo y donde comienza el mundo.

Donde un corazón significa un ideal universal, aquel que sueña y crea esperanzas dentro de un caos de sentimientos. El calor de un cuerpo se vuelve frialdad pura por el egoísmo de la contemplación en el lago.

Inexistencia tragada por la incertidumbre e inefabilidad de las palabras del hombre. Temor y alegría, pues es a la vez un sufrimiento la ignorancia y es un placer el olvido.

Donde el círculo se rompe y se reconstruye una infinidad de veces hasta que el alma lo desea y da paso a la vida.

sábado, 6 de octubre de 2007

Alter ego


Elena salía de prisa de su casa, intentando abrir la puerta del carro, se le cayó la bolsa. Mientras recogía los documentos regados en el suelo, volteaba a los lados, asegurándose de que nadie la hubiera visto realizar tal torpeza. Después de malabarear con sus pertenencias, se introdujo al carro. El nerviosismo de Elena era evidente, pues tiro un bote de basura con el carro, y acto seguido casi atropello a un gato. Salió a una vía principal de la ciudad, y el tráfico sólo vino a agravar el estrés de Elena.

- ¡Maldición! Llegaré tarde al trabajo – Situación impensable en ese día, pues ya estaba advertida por su jefe, que si llegase tarde con los documentos para los inversionistas nuevamente, sería despedida de la compañía.

Los semáforos parecían conspirar contra Elena, pues cada cruce, marcaban el rojo, el cual se apoderó, también, de los ojos de Elena.

- Todo empezó por la culpa de Héctor- Se decía para ella misma, mientras activaba el aire acondicionado.
- ¡Que poco hombre! Vaya ocurrencia de invitarme a salir, sólo para aclararme que tiene novia… - Decía esto, en tanto esquivaba los carros y los insultos de los demás conductores.
- ¡Soy una idiota…! Claro que siento algo por él, lamentablemente, sólo me ve como una amiga… y me tuvo que contar sobre su nueva conquista-
- ¡Fíjate loca! – Le grito un taxista enfurecido.
- ¡Aprende a conducir! – Contesto Elena.
- … una hora arreglándome para el tarado de Héctor… y él… bueno, ojala hubiera terminado con solo eso, pero no, tenía que ponerme nerviosa y tirar el vino en el vestido… - Se tapo la cara con las manos por un instante Elena –… vaya escenita – Nuevamente el semáforo hacía exasperar a Elena.
- El despertador del demonio no sonó. ¡Claro Elena, lo vuelves a hacer! Te quedas dormida… a tus anchas… y todo, por desvelarte debido al imbécil de Héctor – El reloj despertador no sonó por la culpa de Elena. Al entrar a su cuarto, comenzó a aventar cosas, uno de esos objetos, era un zapato de tacón, el cual, fue a dar contra el reloj, se cayó y se rompió.
- El maldito gato de la vecina, maullé y maullé toda la santa noche, dejándome insomne. Por lo menos le di una buena espantada hace rato – Elena se refería al mismo gato, que casi atropella saliendo de su casa.
- El agua de la regadera estaba fría, pues el boiler se puso de acuerdo con el reloj despertador, el gato y Héctor para hacerme la vida de cuadritos.
- ¿Qué hora es? - Se preguntaba, viendo su reloj.
- ¡Las 9:00 a.m.! Ya no llego… ya es tarde… ¡me mataran! ¿Qué estoy diciendo? Me despiden primero y luego me matan. Ya no tiene sentido – Se golpeaba un poco la cabeza contra el volante, mientras esperaba que la luz del semáforo cambiara. Por la prisa que tenía acelero.
- ¡Vamos! Mínimo llego para sacar mis cosas y entregarle a mi jefe los papeles– El semáforo inmediatamente torno su luz a verde.
- ¡Oh, vaya! – Conducía Elena con cierto nerviosismo, hasta llegar al edificio donde se encontraban las oficinas donde laboraba. La compañía se llamaba Alter Ego. Dejó el carro en el estacionamiento y se dirigió al ascensor. Mientras subía pensaba.
- “Una excusa… le diré a mí jefe que tuve un accidente… ¡No! No tengo ninguna lesión. Ya sé, le digo que me asaltaron… que estoy diciendo… vaya que eres idiota, traigo aquí mi bolsa, no me creerá nada…”
- Los pensamientos de Elena se esfumaron cuando las puertas del ascensor se abrieron. Salió Elena con dirección al chocador, marcó su hora de entrada y enseguida pasó a su cubículo. Grande fue la sorpresa de Elena al ver a su jefe sentado esperándola.
- Buenos días Elena – Giró sobre el asiento.
- B-u-e-n-o-s días Sr. Reyes… - Algo angustiada habló.
- ¿Por qué tan tarde señorita Elena?
- Eh… e-s-t-e… es que hubo… un a-c-i-d-e-n-t-e automovi… automovilístico, por la avenida principal de la ciudad…
- ¿Ah sí?
- Sí… Fue un desastre… bueno, no mucho… Un carro rojo se impacto con un camión, varios automovilistas perdimos el control, un motociclista salió lastimado… - Sonreía nerviosamente Elena al decir estas palabras.
- Pues yo no he escuchado nada al respecto en el reporte vial.
- ¿No?... Que raro…
- Pongamos el radio
- ¡No! – Se alteró Elena al escuchar esto. Inmediatamente el jefe de Elena, prendió el radio, sintonizando la estación de noticias.
- Acabamos de recibir información de último minuto. Desde la avenida principal esta nuestro corresponsal. Adelante Armando.
- Si… buenas tardes para todo nuestro auditorio. Nos encontramos en la zona del choque, ocurrido en la avenida presidentes. Nos comenta el policía de tránsito, que alrededor de las 8:45 de la mañana, el conductor de un carro rojo, por exceso de velocidad, se estrello contra la parte trasera de un camión, varios carros lograron librarse del percance, lamentablemente no fue el caso de un joven motociclista el cual salió gravemente lastimado, hasta aquí el reporte… – En tanto Elena como su jefe quedaron fríos al escuchar la noticia
- Tenía usted razón… Disculpe mi desconfianza, y más por ser tan desconsiderado…por no preguntarle si se encuentra usted bien.
- Estoy bien… Sólo fue el susto…
- De acuerdo, dado que se encuentra sana y salva, es mejor que se ponga a trabajar, tiene mucho trabajo pendiente. Por cierto, ¿Y los documentos para los inversionistas?
- Estan aqui - Sacándolos ,Elena, de su portafolio
- Gracias, esta vez se salva, pero si vuelve a llegar tarde nuevamente, usted sabe las consecuencias.
- ¿Me dará un aumento?- Decía con sarcasmo Elena.
- Claro… ¿Qué estoy diciendo?... Lo tomare en cuenta... – El Sr. Reyes se alejaba mientras balbuceaba. Elena quedó estupefacta al ver que su mentira, sobre el accidente, se había hecho realidad.
- Calma Elena… me he librado esta vez… Ya no cometeré más idioteces – En eso, salía del elevador Héctor, que al igual que Elena, trabajaba en el misma compañía, sólo que en diferentes áreas.
- ¡No puede ser…! Lo que me faltaba para completar mi día – Se acercó Héctor a Elena.
- Hola – Con una gran sonrisa – Espero no hayas tenido algún problema de camino al trabajo, acabo de escuchar sobre el accidente ocurrido hace poco… ¿Estas bien? –
- Sí… todo de maravilla – La sonrisa nerviosa de Elena ya era una aditamento natural.
- Sí tienes algún malestar, me dices… - Mientras decía esto Héctor, Elena pensaba:
- “Parece un ángel” – Al instante unas alas le salían de la espalda a Héctor. Elena sorprendida, abrió los ojos, mientras Héctor, dirigía sus manos hacía la espalda.
- ¡No!... espera, no te tienes alas en la espalda – Estas, desaparecieron.
- ¿Dijiste alas? – Mientras preguntaba Héctor se revisó la espalda.
- Pues me retiro Elena, nos vemos a la hora del almuerzo –
- De acuerdo… cuídate – Sonreía torpemente mientras pensaba – “Tengo que ser cuidadosa hasta con lo que pienso. Esto no me puede estar pasando a mí… ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Mejor me voy a mí casa… ¡No! Ya sería el colmo con mi jefe… mejor trabajo, aquí calladita, y así no pasa nada.”

Elena comenzó a revisar el trabajo pendiente. Entre tanto, ojeaba sus apuntes en algunas hojas, encontrando así un dibujo de un corazón con las iniciales de Héctor y suyas.

- ¡Ay, Héctor! ¿Por qué no puedes fijarte en mí…? Venir con unas flores hermosas, y decirme que estás enamorado – Al instante apareció Héctor con un ramo de flores, corriendo hasta el cubículo de Elena...
- Te traigo estas flores, además, tengo que confesarte que estoy enamorado de ti – Elena se golpeaba con la palma de la mano la frente.
- Yo y mi gran bocota – En eso, de entre los pasillos de la oficina, con pasos firmes pero sensuales, apareció la mujer más sexy, pues la mayoría de los hombres la miraban con deseo. Héctor no era la excepción, así que, al pasar Rocío junto de él, la observó de arriba abajo.
- ¡No se te vayan a caer los ojos Héctor! – Los ojos saltaron de la cara de Héctor, y rodaron por debajo del escritorio.
- ¡Calla Elena! – Se tallaba la frente tratando de disipar ese leve hormigueo que le estaba surgiendo.
- ¡Mis ojos! Angustiado Héctor, buscaba en el suelo.
- Calma… No se te cayeron los ojos, y no te acuerdas de lo sucedido – Héctor se levantó del suelo, ya con sus ojos en la cara.
- ¿Qué estaba haciendo en el suelo? – Se sacudía el pantalón, mientras se ponía en pie.
- Estabas buscando mi lapicero… que se me cayó por debajo del escritorio.
- Ah cierto… – Algo confundido Héctor por lo sucedido.
Continuación, contáctarme...