En el bosque de la soledad
Buscando en los parajes del alma. En el bosque de la soledad el silencio acallado por el ruido de los demonios y las bestias. El mago se adentro a la espesura de los árboles muertos, travesía necesaria para llegar a su destino. Animales quiméricos salieron por doquier, tratando de dañar al hechicero, el cual con su mano poderosa, invocó al rayo azul para fulminar a sus enemigos. Voces sin rostro, provenientes de las profundidades del olvido, entre la oscuridad brilló la luz de la descarga mágica, haciendo desvanecer por un instante la oscuridad. Siguiendo su camino, el hechicero llego hasta un claro del bosque. Entre el silencio, apareció la soledad, sombra que asimila a un hombre lobo con alas de demonio. La criatura se preparaba para atacar, moviéndose rápidamente entre los árboles. Al mantenerse quieto, se apreciaba su silueta definida, pero al moverse, se desvanecía como la niebla. El hechicero se preparado para atacar, enfocaba su mirada hacia el cielo. La bestia hizo el primer movimiento, se convirtió en una neblina densa, la cual rodeaba al hechicero, y dentro de esta, se acercaba para atacarlo. El mago junto sus manos y se esfumo en forma de un rayo. Sólo un hoyo en el suelo, la bestia quedó confundida, y al instante, la tierra se quebró en mil pedazos, saliendo de este, el hechicero. La criatura se desvaneció en las profundidades del abismo.
Construyendo la ilusión.
Continuó su camino, subiendo por la pendiente de una montaña. Las nubes grises surcaban el cielo, y una leve lluvia caía, mientras, el hechicero cuesta arriba, escurría, con las gotas, su constante dolor. Por fin, había llegado el hechicero a su morada, la cima de la montaña. Moviendo sus manos lentamente, mientras las nubes se arremolinaban en el cielo. Lentamente, los relámpagos se hacían escuchar, partiendo el aire con cada destello. Apunto su dedo hacia el cielo, un gran rayo azul cayó en la cima de la montaña. Saliendo inmediatamente un bloque de cristal azul. El hechicero seguía sus armoniosos movimientos aumentando de velocidad, y los rayos esculpían con frenesí el monolito de cristal. Desde lo lejos era un espectáculo la creación de la ilusión. Un castillo se alzaba a lo alto de la montaña. Las puertas de este se abrieron dándole la bienvenida a su creador.
Buscando en los parajes del alma. En el bosque de la soledad el silencio acallado por el ruido de los demonios y las bestias. El mago se adentro a la espesura de los árboles muertos, travesía necesaria para llegar a su destino. Animales quiméricos salieron por doquier, tratando de dañar al hechicero, el cual con su mano poderosa, invocó al rayo azul para fulminar a sus enemigos. Voces sin rostro, provenientes de las profundidades del olvido, entre la oscuridad brilló la luz de la descarga mágica, haciendo desvanecer por un instante la oscuridad. Siguiendo su camino, el hechicero llego hasta un claro del bosque. Entre el silencio, apareció la soledad, sombra que asimila a un hombre lobo con alas de demonio. La criatura se preparaba para atacar, moviéndose rápidamente entre los árboles. Al mantenerse quieto, se apreciaba su silueta definida, pero al moverse, se desvanecía como la niebla. El hechicero se preparado para atacar, enfocaba su mirada hacia el cielo. La bestia hizo el primer movimiento, se convirtió en una neblina densa, la cual rodeaba al hechicero, y dentro de esta, se acercaba para atacarlo. El mago junto sus manos y se esfumo en forma de un rayo. Sólo un hoyo en el suelo, la bestia quedó confundida, y al instante, la tierra se quebró en mil pedazos, saliendo de este, el hechicero. La criatura se desvaneció en las profundidades del abismo.
Construyendo la ilusión.
Continuó su camino, subiendo por la pendiente de una montaña. Las nubes grises surcaban el cielo, y una leve lluvia caía, mientras, el hechicero cuesta arriba, escurría, con las gotas, su constante dolor. Por fin, había llegado el hechicero a su morada, la cima de la montaña. Moviendo sus manos lentamente, mientras las nubes se arremolinaban en el cielo. Lentamente, los relámpagos se hacían escuchar, partiendo el aire con cada destello. Apunto su dedo hacia el cielo, un gran rayo azul cayó en la cima de la montaña. Saliendo inmediatamente un bloque de cristal azul. El hechicero seguía sus armoniosos movimientos aumentando de velocidad, y los rayos esculpían con frenesí el monolito de cristal. Desde lo lejos era un espectáculo la creación de la ilusión. Un castillo se alzaba a lo alto de la montaña. Las puertas de este se abrieron dándole la bienvenida a su creador.
1 comentario:
Cuando alguien evoluciona, también evoluciona todo a su alrededor. Cuando tratamos de ser mejore de lo que somos, todo a nuestro alrededor también se vuelve mejor.
"El Alquimista"
te quiero niño...
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