sábado, 8 de septiembre de 2007

La anatomía de la nostalgia


Dejando los pies en el suelo, aquellos que me transportaron hacia ti alguna vez. Me desprendo las piernas, las cuales sintieron tus manos recorrerlas. Dejo el pecho a mitad del camino, aquel que sintió el tuyo junto al mío. Las manos quedan separadas de los brazos, ya no desean sentir más el hormigueo de la ausencia. Por último caen el corazón y la cabeza.

Corazón con alas marchitas, muerto por el olvido, sangrando lentamente, nutre a la rosa negra clavada en éste. Cabeza ilusoria, sin sentido, donde la razón enloqueció por tú pérdida, y sólo le queda el vacío de tu nombre replicando en el eco.

Despedazado el cuerpo, disperso en el suelo. Una mano lucha por moverse, un pie trata de enderezarse, el pecho respira con dificultad pues ha perdido el motor que le daba vida.

El corazón se desangra mientras la rosa negra crece paulatinamente. Creando para sus espinas un veneno mortal para aquel que lo toque. Protegiendo de esta manera a la fuente de energía que yace muerta bajo el tallo de la insolente rosa.

La cabeza grita incoherencias, ha entrado a la locura del desorden. Balbucea y disvarea la soledad encarnecida. Llora y ríe sin sentido pues ya nada tiene motivo.

Un dedo de la mano comienza a sangrar y con esta tinta maldita escribe en el suelo:

“La anatomía de la nostalgia “

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