sábado, 21 de julio de 2007

Dante en el bosque profundo


La noche caía en aquel bosque, donde la soledad hace surgir las más terribles bestias del alma. Dante caminando lentamente en la oscuridad, se preguntaba por el cielo estrellado, meditando sobre el origen de este… llegó hasta un templo. Dos pilares son los que enmarcan el templo. Subió Dante por las escalones y se introdujo al salón principal, en el fondo se encontró con el báculo de Hermes. Dos serpientes se entrelazan, una es blanca y la otra es negra. Sobre sus cabezas se encuentra el sol dorado, la sabiduría. En las paredes del templo estaban inscritos un sin fin de símbolos, a los cuales Dante no entendía, se preguntaba acerca del origen de estos símbolos. Los examino de cerca, era inútil, no podía leerlos… De pronto, la oscuridad fue interrumpida… entre la noche, un sol oscuro apareció, escondido entre las nubes y el manto nocturno, rayos de luz resplandecían…

Virgilio apareció ante Dante, le sonrió y puso su mano en el hombro de su guiado. Con mirada silenciosa le señalo la parte primera del templo, Dante sin decir alguna palabra, fue directo hacía el lugar señalado por Virgilio. Se detuvo ante el lugar mostrado y pudo ver la primera frase del templo: “Todos los hombres tienden al saber por naturaleza”

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