sábado, 28 de julio de 2007

Café de recuerdos




Empiezo a leer el apartado de fenomenología del conocimiento… Las nubes pasan suavemente surcando el cielo. Se entremezclan ideas en mí mente; pasado, presente y futuro conforman un caos en mí pensamiento. Tomo un sorbo de café y mi mirada se pierde en el vació.

-“Aun sigo pensando en ti, sé que estuvo mal dejar la situación de ese modo, pero ya es tarde…”- Palabras huecas y sin sentido.

Pasado inmediato: en el centro de la ciudad de Xalapa, junto al parque Juárez, se hayan cuatro estatuas, cada una representa una virtud; la templaza, con una soga, en la mano izquierda, y con la derecha toma el control de una bestia, un caballo. La prudencia, con mirada segura, agarra con la mano derecha la oreja de un demonio. La justicia, sostiene con ambas manos una espada, con esta corta los hechos impuros del hombre. Por último, la fuerza, con la mano derecha sostiene un garrote, su mirada seria y penetrante, un fuego intenso surge. Un recuerdo desemboca en otro, llega por fin el sentimiento ligado con la estatua… Mi amado con sonrisa en el rostro, quedó su imagen impregnada en una foto, su alegría quedo estampada en mi alma, en el pensamiento, en el pasado…

Me dirigí al café situado en el parque Juárez. Tomé asiento, un frappe ordené, saque el libro de lecciones preliminares de filosofía. El idealismo se concreta en la filosofía inglesa. Teoría del conocimiento, lógica, psicología y ontología se juntan para dar respuesta a la palabra conocimiento. Los objetos parecen ser pasivos, mi mente, el pensamiento es el encargado de imprimirles una idea. La estatua simboliza la fuerza, sólo representa a un hombre, una idea abstracta en el razonamiento. Sigo leyendo, las nubes descargan su fuerza por el cristal. Pienso que son lágrimas, lágrimas que por el momento se las dejo encargadas a la lluvia. Miro a mi alrededor, un mural en la pared, las artes se despliegan en peste. Música, danza, literatura, y posiblemente la mujer que observa el mundo es el pensamiento filosófico.

Un café, música, y un libro es mí mundo, escenario sólo y sin compañía. Observo el lugar vacío delante de mí. El sueño llega y se sienta en la silla. Hombre deforme, sin presencia ni recuerdos en mi ser… Deseo anhelante de una grata compañía, frustración y esperanza nacen. Observo a los meseros servir a las personas, esperan a que acaben de consumir su bocado, de esta forma se acercan y limpian la mesa. Quisiera rasar con los recuerdos… es un error, sin estos, no tendrían esencia. Saco un cuaderno y un lapicero de mi mochila. Comienzo a escribir…



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