sábado, 23 de febrero de 2008

Mito de Aristófanes


En el Banquete de Platón, esta este bello mito sobre el origen del amor. Gran maestro de la pluma, siendo uno de los primeros pensadores que llegan a la cumbre de una forma de pensamiento, Platón por medio de la dialéctica intenta descifrar que es el amor.

"En primer lugar, tres eran los sexos de los hombres, no dos como ahora, masculino y femenino, sino que había además un tercero que era común a esos dos, del cual perdura aún el nombre, aunque él mismo haya desaparecido. El andrógino (hombre-mujer), en efecto, era entonces una sola cosa en cuanto a figura y nombre, que participaba de uno y otro sexo, masculino y femenino, mientras que ahora no es sino un nombre que yace en la ignominia. En segundo lugar, la figura de cada individuo era por completo esférica, con la espalda y los costados en forma de círculo; tenía cuatro brazos e igual número de piernas que de brazos, y dos rostros sobre un cuello circular, iguales en todo; y una cabeza, una sola, sobre estos dos rostros, situados en direcciones opuestas, y también cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo lo demás según puede uno imaginarse de acuerdo con lo descrito hasta aquí. Caminaba además erecto, como ahora, en cualquiera de las dos direcciones que quisiera; mas cada vez que se lanzaba a correr rápidamente, del mismo modo que ahora los saltimbanquis dan volteretas haciendo girar sus piernas hasta alcanzar la posición vertical, avanzaba rápidamente dando vueltas, apoyándose en los ocho miembros que tenía entonces.

Eran tres los sexos y de tales características por la siguiente razón: lo masculino era en un principio descendiente del sol, lo femenino de la tierra, y lo que participaba de ambos de la luna porque también la luna participa de lo uno y de lo otro. Y precisamente eran circulares ellos mismos y su manera de avanzar por ser semejantes a sus progenitores. Eran, pues, terribles por su fuerza y su vigor y tenían gran arrogancia, hasta el punto de que atentaron contra los dioses. Y lo que dice Homero de Oto y Esfialtes; se dice también de ellos, que intentaron ascender al cielo para atacar a los dioses. Entonces Zeus y los demás dioses deliberaron lo que debían hacer con ellos, y se encontraban ante un dilema, ya que ni podían matarlos ni hacer desaparecer su raza, fulminándolos con el rayo como a los gigantes -porque entonces desaparecerían los honores y sacrificios que los hombres les tributaban-, ni permitir que siguieran siendo altaneros. Tras mucho pensarlo, al fin Zeus tuvo una idea y dijo: "Me parece que tengo una estratagema para que continúe habiendo hombres y dejen de ser insolentes, al hacerse más débiles. Ahora mismo, en efecto -continuó-, voy a cortarlos en dos a cada uno, y así serán al mismo tiempo más débiles y más útiles para nosotros, al haber aumentado su número.

Caminarán erectos sobre dos piernas; pero si todavía nos parece que son altaneros y que no están dispuestos a mantenerse tranquilos, de nuevo otra vez -dijo- los cortaré en dos, de suerte que avanzarán sobre una sola pierna saltando a la pata coja". Dicho esto, fue cortando a los hombres en dos, como los que cortan las yerbas y las ponen a secar o como los que cortan los huevos con crines. Y a todo aquél al que iba cortando, ordenaba a Apolo que le diera la vuelta al rostro y a la mitad del cuello en el sentido del corte, para que, al contemplar su seccionamiento, el hombre fuera más moderado, y le ordenaba también curarle lo demás. Apolo le iba dando la vuelta al rostro y, recogiendo la piel que sobraba de todas partes en lo que ahora llamamos vientre, como ocurre con las bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un solo agujero en mitad del vientre, precisamente lo que llaman ombligo. En cuanto al resto de las arrugas, la mayoría las alisó, y conformó el pecho sirviéndose de un instrumento semejante al que emplean los zapateros para alisar sobre la horma las arrugas de los cueros. Mas dejó unas pocas, las que se encuentran alrededor del vientre mismo y del ombligo, para que fueran recordatorio de lo que antaño sucedió.

Así pues, una vez que la naturaleza de este ser quedó cortada en dos, cada parte echaba de menos a su mitad, y se reunía con ella, se rodeaban con sus brazos, se abrazaban la una a la otra, anhelando ser una sola naturaleza, y morían por hambre y por su absoluta inactividad, al no querer hacer nada los unos separados de los otros. Y cada vez que moría una de las mitades y sobrevivía la otra, la que sobrevivía buscaba otra y se abrazaba a ella, ya se tropezara con la mitad de una mujer entera -lo que precisamente llamamos ahora mujer-, ya con la mitad de un hombre; y de esta manera perecían. Mas se compadeció Zeus y se ingenió otro recurso: trasladó sus órganos genitales a la parte delantera (porque hasta entonces los tenían también por fuera, y engendraban y parían no los unos en los otros, sino en la tierra, como las cigarras).Los trasladó, pues, de esta manera a su parte delantera e hizo que por medio de ellos tuviera lugar la concepción en ellos mismos, a través de lo masculino en lo femenino, a fin de que, si en el abrazo se encontraba hombre con mujer, engendraran y siguiera existiendo la especie, mientras que si se encontraba hombre con hombre, hubiera al menos plenitud del contacto, descansaran, prestaran atención a sus labores y se ocuparan de las demás cosas de la vida...

5 comentarios:

Juan Jose dijo...

Es tan hermoso el mito como el libro al que pertenece. Yo escribí algo relacionado con el mito y al buscar una imagen para ponerle a mi texto di con tu Blog. Extraña y linda coincidencia, no utilice la bella imagen pero pido disculpas anticipadas porque probablemente he de usarla en el futuro. Te invito a leer mi ensayo y a "conocerme entre bits y caracteres" como te estoy conociendo yo ahora. Saludos

marioingenito51@yahoo.com.ar dijo...

La lucha contra los aloadas

Los aloadas van a protagonizar el último intento de apoderarse del Olimpo y destronar a Zeus. Según Homero se llamaban Oto y Efialtes y eran hijos de Poseidón y de la esposa de Aloeo, Ifimedia, quien enamorada del dios vertía continuamente las olas del mar en su seno, en sus paseos cotidianos por la playa, hasta que Poseidón cedió a sus requerimientos y engendró en ella a los dos citados gemelos.
Su estatura era gigantesca, pues a los nueve años alcanzaban ya diecisiete metros de altura por cuatro de anchura y crecían a razón de metro por año. Pronto resolvieron guerrear contra los dioses e intentaron escalar el Cielo, colocando, tal como habían hecho anteriormente los gigantes, las montañas unas encima de las otras, al tiempo que anunciaban que secarían el mar y lo trasladaría a donde hasta entonces había estado la tierra. Finalmente, mientras Efialtes declaró que no cejaría hasta poseer a Hera, Oto afirmó otro tanto de Artemis.
Iniciaron su ataque en Tracia, desarmando nada menos que el dios de la guerra, Ares, y tras hacerlo prisionero lo ataron y lo encerraron en una vasija de bronce que escondieron durante trece meses en casa de su madrastra Eribea, pues Ifimedia había muerto, hasta que Hermes logró liberarlo cuando el dios se hallaba ya en un estado lamentable.
Formalizado el cerco al Olimpo, Apolo sugirió a Artemis una estratagema. Hizo que ésta enviara un mensaje a Oto en el que le indicaba que se le ofrecería en la isla de Naxos, a condición de que levantara el asedio. Envidioso efialtes porque no había recibido de Hera una misiva semejante, discutió con su hermano, alegando que por ser el mayor tenía que forzar primero a Artemis. Los dos gemelos intentaron demostrar su destreza con la jabalina y, al lanzarla contra ella, lo único que hicieron fue atravesarse mutuamente. Así perecieron, cumpliéndose el oráculo que no lo matarían ni los hombres ni los dioses. El castigo por su osadía prosiguió en los infiernos: fueron atados a una columna con muchas cuerdas nudosas de víboras vivas. Allí se hallan sus espiritus, espalda contra espalda, y una lechuza los atormenta con sus incesantes gritos.
Las diferentes versiones confunden a veces los relatos sobre los Titanes, los Gigantes, Tifón y los Aloadas, en especial estos últimos son mencionados como gigantes y la forma de escalar el Olimpo es la misma para ambos. Incluso los Hecatónquiros o Centimanos son frecuentemente añadidos a esta confusión, aunque en general se muestran amigos de Zeus.

marioingenito51@yahoo.com.ar dijo...

"Desamparo gemelo"

. Dicen los filógos hebreos que lo que Eva le ofreció a Adán ha sido una naranja ya que, en el hebreo de aquel tiempo "manzana dorada" ( que es lo que figura en el texto bíblico) era metáfora alegórica de naranja. Así que la metáfora de la "media naranja" no remite sólo al mito contado por Aristófanes, sino que , con más propiedad etimológica, al del génesis.

desamparo gemelo
Hace tiempo parafraseamos bastante este tema en foro cc . Y la respuesta al porque queremos acoplarnos ya la dio el amigo ARISTOFANES, en el famoso banquete...

Y miren que eco nos dio ROBERTITO TUMBA (bien pueda pongo el original ingles y una mejor traduccion):



PRIMERA VISTA

"Amor a primera vista", dicen algunos, equivocando
el descubrimiento del desamparo gemelo
frente al enorme arrastre de la procreación.

Pero, ¿amistad a primera vista? Esto también
engancha ferozmente al sorprendido corazón
y las mejillas palidecen y se sonrojan luego."

ROBERT GRAVEShttp://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/10003685/Equot_Desamparo-gemeloEquot_.html

marioingenito51@yahoo.com.ar dijo...

"(...)Me duele una mujer en todo el cuerpo(...)" Jorges Luis Isidoro Francisco Borges.

marioingenito51@yahoo.com.ar dijo...

"(...)Otras veces, así como Eva nació de una costilla de Adán, una
mujer nacía mientras yo estaba durmiendo, de una mala postura de mi
cadera. Y siendo criatura hija del placer que y estaba a punto de
disfrutar, se me figuraba que era ella la que me lo ofrecía. Mi cuerpo
sentía en el de ella su propio calor, iba a buscarlo, y yo me despertaba.
Todo el resto de los mortales se me aparecía como cosa muy
borrosa junto a esta mujer, de la que me separara hacía un instante:
conservaba aún mi mejilla el calor de su beso y me sentía dolorido
por el peso de su cuerpo. Si, como sucedía algunas veces, se me
representaba con el semblante de una mujer que yo había conocido
en la vida real, yo iba a entregarme con todo mi ser a este único
fin: encontrarla; lo mismo que esas personas que salen de viaje para ver
con sus propios ojos una ciudad deseada, imaginándose que en una
cosa real se puede saborear el encanto de lo soñado. Poco a poco el
recuerdo se disipaba; ya estaba olvidada la criatura de mi sueño.(...)"Por el camino de Swann. Marcel Proust.