Y como es costumbre, en la tarde me dirigí al centro de la ciudad. Una leve lluvia había mojado el suelo de la ciudad, después cesó. Sentado, viendo pasar las nubes. La leve luz del sol se iba pagando, tragado por el horizonte. El frío de la noche se sentía conforme pasaba el tiempo. Me levante con dirección al café, para estar en un ambiente más cálido. Tome asiento, ordené un capuchino mientras degustaba un cigarrillo. Las personas platicaban, mientras yo me sumergía en la oscuridad de mi alma. Meditaba y escribía en mi libreta negra, poemas y pensamientos. Degustando el sabor del café, en eso sentí una mirada. Sin subir la cara, pude ver a la distancia a un hombre, de aspecto varonil, el aire que desprendía era de una dulce tarde de verano. Proseguí escribiendo, al poco tiempo lo miré, el leía el periódico, pero se percato que lo observaba. Por fin nuestras miradas se encontraron, le sonreí con mirada fría mientras dejaba mi taza en la mesa. Se levanto aquel hombre, tomo su periódico y se dirigió hacía mi. Observaba como caminaba, con paso firme y seguro, mi corazón latía fuertemente. Se detuvo ante mí…
-Hola, ¿puedo sentarme?
Su voz varonil estremeció mi cuerpo, Voz penetrante y fuerte.
- Claro, toma asiento, espero no te incomode el humo a cigarro.
- No, adelante, de esa forma te conozco mejor…- Guiño el ojo y se quedo mirándome por un instante. Pude ver detenidamente sus ojos grises, su camisa entre abierta me mostraba un fuerte pecho.
- Por lo visto te gusta el color negro- El color negro me encantaba, me sentía cubierto por las tinieblas, me protegía de los peligros, era un falso al creer y no creer en lo esotérico, aun así mi alma bohemia me llamaba a la literatura y a la filosofía. De igual forma me he informado sobre las artes oscuras, la magia blanca, celta y demás…
- Así es – Lo observaba calladamente, siempre me ha gustado analizar primero a las personas, haciendo que ellas hablen primero.
- Disculpa no me he presentando, soy Uriel- Extendió su mano.
- Me llamo Alan- Extendí mi mano hacia la suya, un fuerte apretón sentí.
- El nombre va muy bien con tu personalidad… Supongo que sabes que significa armonía- Sonrió nuevamente, seguía impactado por la belleza de Uriel.
- Sí, es un nombre Celta.
Me pregunto sobre mi libreta, pues le parecía interesante, comentamos mis escritos, pasamos a otro tema, hablamos de nuestras vidas, lo escuchaba sin escuchar, pues mi mente imaginaba un sin fin de fantasías a su lado. Después de un rato, ordenamos un par de cafés. La platica se desarrollo con gusto, conforme hablábamos, pensé ver un aura salir de él. Quizás mi mente jugaba conmigo, pero por un momento vi una delicada luz. Acabamos de tomar nuestras bebidas, fue cuando sacó un lapicero de su bolsillo, tomo una servilleta, y escribió algunas cuantas palabras, doblo la servilleta y la guardo en su bolsillo del pantalón.
- Ya es tarde, creo que es hora de que parta
- Sí, igual me retiro.
Nos levantamos, pagamos la cuenta, y salimos del lugar.
- Abordaré un taxi. ¿Me acompañas?
- Sí, no hay problema.
Platicamos un poco más, le velada estaba por terminar. Metió su mano al bolsillo y me dio la mano. Le correspondí, dejo caer a mi mano la servilleta que había guardado en el café.
- Léela después, en cuanto me haya marchado…
Sonrió, abordó el taxi y se fue. Desdoble la servilleta, la cual decía: “Gracias por la compañía Alan, nos vemos demonio de la armonía. Uriel “
Me dirigí a mi hogar. Antes de dormir, sólo podía pensar en aquel ángel.
Días después, regresé al café, a la misma hora, a la cual, había encontrado a Uriel anteriormente. Con la esperanza de encontrarlo sentado leyendo el periódico. Mis sueños se realizaron. Estaba en el mismo lugar que la otra vez. Noto mi llegada, dejo el periódico en la mesa, camine hacía él, nos saludamos. Pedimos un café cada uno, la plática creció nuevamente. Ambos sentíamos un aroma distinto al café, algo entre nosotros producía aquel aroma. Me tomó de la mano, la acarició delicadamente, un cosquilleo creció desde mi mano hasta llegar a la nuca, mis ojos se cerraron por un segundo, el placer de tocarlo me estaba embriagando. Nos quedamos callados por un momento, intercambiamos miradas… Me soltó la mano al acercarse el mesero, nos preguntó si deseábamos algo más. Nos reímos y le contestamos negativamente al unísono. No deseaba terminar el café, pero sabía que extrañaría la presencia de Uriel. La última gota indicaba un fin aparente.
- ¿Deseas que no se termine esta noche?
- Tú sabes que no…
Tomó mi mano, y nos dirigimos a la salida, pagó la cuenta. Salimos a la oscuridad de la noche, aquella que tantas veces me ha cubierto. Tomamos un taxi
- Te llevaré a mi hogar, espero encuentres en mi librero algo de tú interés- - Sólo pude apretar su calida mano con la mía, recostó su cabeza en mi hombro, mientras veíamos pasar el espectáculo de sombras y luces de la ciudad.
Llegamos a su hogar, abrió la puerta, me dejo pasar primero, un delicioso aroma me saludo desde el inicio. Me señalo la sala- Puedes dar un vistazo al librero si gustas…- Mientras observaba su hermosa colección de libros, sentí su mirada. Sus brazos rodearon mi cuerpo. El latir de su corazón era evidente, sus manos tomaron las mías, empezó a besarme el cuello dulcemente. Me entregaba a sus caricias…
- Desde la primera vez que te vi, sentí una gran atracción.
Giré mi cuerpo, nos abrazamos y nos miramos, se acerco lentamente, sus tibios labios tocaron los míos, sus manos acariciaban mi espalda… era un sueño estar entre sus brazos. Después del exquisito beso, me tomo de la mano, me guío hasta su habitación. Nos recostamos, se subió en mí. Empecé a desabrochar su camisa, por fin pude ver su bello pecho, Me quito la camisa, se desabrocho el pantalón, mis manos ayudaron a quitárselo, sólo una trusa negra nos separaba. Sentía su musculoso cuerpo sobre el mió, besaba mi cuello y el pecho. Nos besábamos con intensidad, ambos estábamos muy excitados. Su olor llego hasta lo más profundo de mi alma. Afuera caía una tormenta, los rayos iluminaban la habitación a veces, las gotas escurrían por el cristal y se proyectaban sus sombras en nosotros.
- He probado a un demonio, y me ha gustado. Me agrada tu esencia, tu aroma, tu mirada fría e indiferente…
Lo tome de la cabeza y comencé a besarlo sin control. Ambos nos entregamos esa noche. Nuevamente no quería que esto acabara, el placer que me provocaba enloquecía mi cuerpo. Después de un largo rato, se recostó y dirigió mi cabeza a su pecho, acariciaba mi espalda, me tomo la mano… nos besamos.
- Este es un sueño- Le dije…
- No queremos que se termine…
- No…- lo besé.
- Esto no depende de mí…
No entendía sus palabras, me beso largamente y comenzó a tocarme nuevamente. La noche prosiguió.
- Duerme Alan, que yo velare tus sueños.
Cerró mis ojos, sentí su boca calida. Me abrazó con fuerza y caí en un profundo letargo.
En la mañana siguiente, desperté, él dormía placidamente, pero se percató de que yo estaba despierto.
- ¿Dormiste bien?
- Sí, estaba en los brazos de Morfeo.
- Esto esta llegando a su fin…- Sus ojos se cristalizaron, al igual que los míos.
- Te extrañaré… quiero encontrarte de nuevo.
- Anhelo lo mismo…- Contesté.
Nos vestimos lentamente, nos mirábamos con dulzura. Salimos de su hogar, fuimos al parqué de la ciudad
- ¿Es un adiós?
- No… un hasta luego… - Nos abrazamos con fuerza, me beso delicadamente, sin importarle las miradas de las personas en el parque.
- Hasta luego…- Se marcho… parecía desvanecerse…
-Hola, ¿puedo sentarme?
Su voz varonil estremeció mi cuerpo, Voz penetrante y fuerte.
- Claro, toma asiento, espero no te incomode el humo a cigarro.
- No, adelante, de esa forma te conozco mejor…- Guiño el ojo y se quedo mirándome por un instante. Pude ver detenidamente sus ojos grises, su camisa entre abierta me mostraba un fuerte pecho.
- Por lo visto te gusta el color negro- El color negro me encantaba, me sentía cubierto por las tinieblas, me protegía de los peligros, era un falso al creer y no creer en lo esotérico, aun así mi alma bohemia me llamaba a la literatura y a la filosofía. De igual forma me he informado sobre las artes oscuras, la magia blanca, celta y demás…
- Así es – Lo observaba calladamente, siempre me ha gustado analizar primero a las personas, haciendo que ellas hablen primero.
- Disculpa no me he presentando, soy Uriel- Extendió su mano.
- Me llamo Alan- Extendí mi mano hacia la suya, un fuerte apretón sentí.
- El nombre va muy bien con tu personalidad… Supongo que sabes que significa armonía- Sonrió nuevamente, seguía impactado por la belleza de Uriel.
- Sí, es un nombre Celta.
Me pregunto sobre mi libreta, pues le parecía interesante, comentamos mis escritos, pasamos a otro tema, hablamos de nuestras vidas, lo escuchaba sin escuchar, pues mi mente imaginaba un sin fin de fantasías a su lado. Después de un rato, ordenamos un par de cafés. La platica se desarrollo con gusto, conforme hablábamos, pensé ver un aura salir de él. Quizás mi mente jugaba conmigo, pero por un momento vi una delicada luz. Acabamos de tomar nuestras bebidas, fue cuando sacó un lapicero de su bolsillo, tomo una servilleta, y escribió algunas cuantas palabras, doblo la servilleta y la guardo en su bolsillo del pantalón.
- Ya es tarde, creo que es hora de que parta
- Sí, igual me retiro.
Nos levantamos, pagamos la cuenta, y salimos del lugar.
- Abordaré un taxi. ¿Me acompañas?
- Sí, no hay problema.
Platicamos un poco más, le velada estaba por terminar. Metió su mano al bolsillo y me dio la mano. Le correspondí, dejo caer a mi mano la servilleta que había guardado en el café.
- Léela después, en cuanto me haya marchado…
Sonrió, abordó el taxi y se fue. Desdoble la servilleta, la cual decía: “Gracias por la compañía Alan, nos vemos demonio de la armonía. Uriel “
Me dirigí a mi hogar. Antes de dormir, sólo podía pensar en aquel ángel.
Días después, regresé al café, a la misma hora, a la cual, había encontrado a Uriel anteriormente. Con la esperanza de encontrarlo sentado leyendo el periódico. Mis sueños se realizaron. Estaba en el mismo lugar que la otra vez. Noto mi llegada, dejo el periódico en la mesa, camine hacía él, nos saludamos. Pedimos un café cada uno, la plática creció nuevamente. Ambos sentíamos un aroma distinto al café, algo entre nosotros producía aquel aroma. Me tomó de la mano, la acarició delicadamente, un cosquilleo creció desde mi mano hasta llegar a la nuca, mis ojos se cerraron por un segundo, el placer de tocarlo me estaba embriagando. Nos quedamos callados por un momento, intercambiamos miradas… Me soltó la mano al acercarse el mesero, nos preguntó si deseábamos algo más. Nos reímos y le contestamos negativamente al unísono. No deseaba terminar el café, pero sabía que extrañaría la presencia de Uriel. La última gota indicaba un fin aparente.
- ¿Deseas que no se termine esta noche?
- Tú sabes que no…
Tomó mi mano, y nos dirigimos a la salida, pagó la cuenta. Salimos a la oscuridad de la noche, aquella que tantas veces me ha cubierto. Tomamos un taxi
- Te llevaré a mi hogar, espero encuentres en mi librero algo de tú interés- - Sólo pude apretar su calida mano con la mía, recostó su cabeza en mi hombro, mientras veíamos pasar el espectáculo de sombras y luces de la ciudad.
Llegamos a su hogar, abrió la puerta, me dejo pasar primero, un delicioso aroma me saludo desde el inicio. Me señalo la sala- Puedes dar un vistazo al librero si gustas…- Mientras observaba su hermosa colección de libros, sentí su mirada. Sus brazos rodearon mi cuerpo. El latir de su corazón era evidente, sus manos tomaron las mías, empezó a besarme el cuello dulcemente. Me entregaba a sus caricias…
- Desde la primera vez que te vi, sentí una gran atracción.
Giré mi cuerpo, nos abrazamos y nos miramos, se acerco lentamente, sus tibios labios tocaron los míos, sus manos acariciaban mi espalda… era un sueño estar entre sus brazos. Después del exquisito beso, me tomo de la mano, me guío hasta su habitación. Nos recostamos, se subió en mí. Empecé a desabrochar su camisa, por fin pude ver su bello pecho, Me quito la camisa, se desabrocho el pantalón, mis manos ayudaron a quitárselo, sólo una trusa negra nos separaba. Sentía su musculoso cuerpo sobre el mió, besaba mi cuello y el pecho. Nos besábamos con intensidad, ambos estábamos muy excitados. Su olor llego hasta lo más profundo de mi alma. Afuera caía una tormenta, los rayos iluminaban la habitación a veces, las gotas escurrían por el cristal y se proyectaban sus sombras en nosotros.
- He probado a un demonio, y me ha gustado. Me agrada tu esencia, tu aroma, tu mirada fría e indiferente…
Lo tome de la cabeza y comencé a besarlo sin control. Ambos nos entregamos esa noche. Nuevamente no quería que esto acabara, el placer que me provocaba enloquecía mi cuerpo. Después de un largo rato, se recostó y dirigió mi cabeza a su pecho, acariciaba mi espalda, me tomo la mano… nos besamos.
- Este es un sueño- Le dije…
- No queremos que se termine…
- No…- lo besé.
- Esto no depende de mí…
No entendía sus palabras, me beso largamente y comenzó a tocarme nuevamente. La noche prosiguió.
- Duerme Alan, que yo velare tus sueños.
Cerró mis ojos, sentí su boca calida. Me abrazó con fuerza y caí en un profundo letargo.
En la mañana siguiente, desperté, él dormía placidamente, pero se percató de que yo estaba despierto.
- ¿Dormiste bien?
- Sí, estaba en los brazos de Morfeo.
- Esto esta llegando a su fin…- Sus ojos se cristalizaron, al igual que los míos.
- Te extrañaré… quiero encontrarte de nuevo.
- Anhelo lo mismo…- Contesté.
Nos vestimos lentamente, nos mirábamos con dulzura. Salimos de su hogar, fuimos al parqué de la ciudad
- ¿Es un adiós?
- No… un hasta luego… - Nos abrazamos con fuerza, me beso delicadamente, sin importarle las miradas de las personas en el parque.
- Hasta luego…- Se marcho… parecía desvanecerse…
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