Sueño profundo, de un amanecer letárgico, sumergido en las sombras del pasado. La semilla se contrae hasta cierto punto, en el cual se vuelve duro e impenetrable como un secreto olvidado el cual nunca se contó. La protección es necesaria en este punto, de otra forma morirá la semilla si es expuesta al frío del invierno. Época de la introversión, de preservar la vida para un futuro. El letargo se desprende de cada copo de nieve que cae en el invierno.
La cabra sale a relucir, como reina del invierno. Sus colores oscuros, indican un luto que guardan en sus entrañas, pues son aquellas criaturas que han sido tentadas por el mal y juegan en los paraísos del mundo de las tinieblas. Acostumbradas a estar en latitudes altas, conllevan el éxito inmerso. El control de los sentimientos, es el resultado del propio endurecimiento de la época. Junto al rey de las tinieblas, han aprendido los dolores de lo material y efímero espíritu. Su proeza mayor, será la de buscar ayuda y salir de las ataduras, que las conllevara a unirse con el universo en una perfecta armonía.
En el auditorio de la facultad, le hable a un capricornio. La negrura que desprendía me llamo la atención. Una leve sonrisa fue lo que recibí a cambio por un cumplido mío. Poco a poco la semilla se fue abriendo ante mis ojos. Nunca hubiera pensado que sería aquella criatura silenciosa mi gran y mejor alma compañía. Vi su sufrimiento escurrir lágrimas secas. Escuchar la impotencia de sus palabras ante la realidad frustrante que la agobiaba. El negro siempre ha sido su protección, con su maquillaje rojo-negro, una cruz invertida va por el mundo denunciando el problema del vivir. Marcas quedan en su cuerpo, señales de dolor y desesperación.
Entre la oscuridad de la noche, le prometí que vería la luz, pues yo la veía contenida en ella. La semilla tiene la esperanza de vivir, esa potencialidad quería verla esclarecer. Transcurrió cierto intervalo de tiempo, pues los cambios requieren de segundos largos. Pero, sino, fue en los últimos meses que he visto a una nueva Grecia florecer, sonríe, juega, como una nueva cabra que salta de roca en roca sin temer caerse, y si se tropieza, continua y se ríe de ella misma.
Gracias por mostrarme el dolor de la vida. Espero infinitos momentos contigo. Sabes que te considero parte de mí, te he bautizado como MI NIÑA. Gracias por existir Grecia querida niña. Mía, mí niña.
La cabra sale a relucir, como reina del invierno. Sus colores oscuros, indican un luto que guardan en sus entrañas, pues son aquellas criaturas que han sido tentadas por el mal y juegan en los paraísos del mundo de las tinieblas. Acostumbradas a estar en latitudes altas, conllevan el éxito inmerso. El control de los sentimientos, es el resultado del propio endurecimiento de la época. Junto al rey de las tinieblas, han aprendido los dolores de lo material y efímero espíritu. Su proeza mayor, será la de buscar ayuda y salir de las ataduras, que las conllevara a unirse con el universo en una perfecta armonía.
En el auditorio de la facultad, le hable a un capricornio. La negrura que desprendía me llamo la atención. Una leve sonrisa fue lo que recibí a cambio por un cumplido mío. Poco a poco la semilla se fue abriendo ante mis ojos. Nunca hubiera pensado que sería aquella criatura silenciosa mi gran y mejor alma compañía. Vi su sufrimiento escurrir lágrimas secas. Escuchar la impotencia de sus palabras ante la realidad frustrante que la agobiaba. El negro siempre ha sido su protección, con su maquillaje rojo-negro, una cruz invertida va por el mundo denunciando el problema del vivir. Marcas quedan en su cuerpo, señales de dolor y desesperación.
Entre la oscuridad de la noche, le prometí que vería la luz, pues yo la veía contenida en ella. La semilla tiene la esperanza de vivir, esa potencialidad quería verla esclarecer. Transcurrió cierto intervalo de tiempo, pues los cambios requieren de segundos largos. Pero, sino, fue en los últimos meses que he visto a una nueva Grecia florecer, sonríe, juega, como una nueva cabra que salta de roca en roca sin temer caerse, y si se tropieza, continua y se ríe de ella misma.
Gracias por mostrarme el dolor de la vida. Espero infinitos momentos contigo. Sabes que te considero parte de mí, te he bautizado como MI NIÑA. Gracias por existir Grecia querida niña. Mía, mí niña.
2 comentarios:
Soy una capricorniana y me llegó profundamente lo que escribiste, puesto que estoy pasando por un periodo negro, aunque en general este signo está marcado por el pesimismo. Creo que a esa persona la conociste muy bien para poder retratar esa forma de ser tan característica nuestra. Qué bueno que una mujer capricornio tenga alguien que le entregue luz a sus tinieblas. Saludos.
Karito, gracias por tu comentario. Disculpa la tardanza en responder. Me alegra saber que encontraste algo en este blog perdido. Saludos y gracias por leerme.
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