martes, 5 de enero de 2010

Visita

-¡No! – Contestó la joven mujer de cabellos negros y largos.

- ¿Qué tengo que hacer para que me des un sí? – Preguntó el joven hombre de piel morena y cuerpo delgado.

El cuerpo de la joven se resiste, se encorva, los ojos delatan el rechazo ante el muchacho, no lo miran, ven todo menos a los ojos negros del joven hombre.

- Dime que sí Claudia – Tomó del brazo el joven

- Ya te dije que no caeré en eso nuevamente Mario… -

- Sabes que te quiero, he cambiado, sólo quiero estar contigo. – Dijo Mario mientras que Claudia reía.

- Cuántas veces he escuchado lo mismo – Claudia se le dio la espalda mientras veía pasar los carros en la calle.

- Hoy te ves muy bonita. –

- Gracias – Suspiró Claudia.

- Mira, sé que la cagué, que te hice llorar esa vez, nunca me voy a perdonar que te haya hecho llorar y menos por mis celos… tú lo sabes, soy muy celoso.

- Me diste mucho miedo, parecías un loco.

- Lo sé pequeña, y me siento como un estúpido.

- Eres un estúpido… - Dijo Claudia.

Un hombre buscaba las llaves en su habitación, agarró su mochila y salió a la calle.

- Eres muy mala conmigo. – Dijo Mario.

- ¿Yo soy la mala? Disculpa pero yo no te dije que dejaras de ver a… ni a tus amigos ni a nadie. – Un muchacho en un monociclo pasó por la calle. – Esto es ridículo.

- Lo siento, son palabras que salen de mi boca, sé que no tengo derecho sobre ti …-

- Pero actúas como si así fuera, me dijiste que no volviera a ver a José, que si me veías nuevamente con él lo ibas a golpear.

- No hice nada, son sólo ideas estúpidas, palabras de un celoso.

- Pues controla tus celos, en primera no tienes porque reclamarme nada, no somos novios.

- Lo sé.

- No me vuelvas a decir que no vea a mis amigos, yo veo a quien yo quiera y no necesito estarte pidiendo permiso.

- Entonces… - Colocó Mario su mano sobre el hombro de Claudia.

- ¿Entonces qué? – Preguntó Claudia.

- ¿Nos veremos esta noche? – Preguntó Mario mientras acariciaba a Claudia.

- Y vuelve la burra al trigo. No, hoy no puedo, no quiero aparte. – Volteó a ver Claudia a Mario.

- Yo te quiero. ¿Tú me quieres? –

- No me hagas esas preguntas. – Dijo Claudia.

- Ya sé que no me quieres, que soy sólo… bueno… la “visita”, pero es que me encantas, me gusta tu cuerpo, sentirlo, acariciarlo, es tan suave, quiero tenerte. – Había cerrado los ojos Mario mientras hablaba

- Eso es muy poco romántico, créeme que con eso no vas a conseguir un sí. – El cuero de Claudia mostraba incomodidad, estaba golpeando levemente el suelo con su pie, sus manos las había cruzado, sus ojos miraban hacia arriba todo el tiempo. – Sigo sin entenderte, dices que me quieres pero tienes a tu… “conocida”.

- Te dije que sí querías ser mi novia, nunca me aceptaste. – Dijo Mario un poco enojado.

- ¡Claro que acepté en un momento! Pero tú te perdiste por dos días, no supe nada de ti, eso no era un noviazgo. Sigo pensando que sólo me quieres por mi cuerpo, me siento como una prostituta.

- No es así porque yo te quiero – Mario se acercó más a Claudia, la tomó de la cintura. – Eres más que eso, eres una mujer muy especial que merece a alguien mucho mejor que yo, eres muy especial para mí.

Una mujer de pelo castaño se peinaba mientras se miraba en el espejo, miró el reloj en su teléfono, se quedó quieta por un momento, se levantó de la cama y tomó de la mesita de noche una bolsa con dulces.

- ¿Nos vemos esta noche? - Preguntó Mario nuevamente cuando el sonido del celular interrumpió la respuesta de Claudia. Mario revisó el celular, sonrió y lo guardó, Claudia sólo veía y su cuerpo habló mediante una mueca en su rostro.

- Sí o sí… -

- Ya te dije que no puedo, no quiero. – Exclamó Claudia.

- ¿Entonces lo de nosotros ya acabó? –

- No he dicho que ya no te volveré a ver, pero dame tiempo, en este momento no quiero, estoy bien.

- Esta bien, respetaré tu decisión. – Mario empezaba a caminar cuando Claudia le dio la mano para despedirlo.

Claudia siguió su camino, llegó hasta su casa y en la puerta estaba un hombre con mochila.

- ¡Hola amor! – La cara de Claudia se iluminó.

- Hola preciosa, ¿cómo estás? – Abrazó el hombre con mochila a Claudia.

- Muy bien, bueno, tuve un pleito con un amigo pero nada grave.

- Tranquila.

- Sí, además hoy es nuestro aniversario, cumplimos un año de novios.

- Así es niña, te tengo una sorpresa vamos para que te muestre.

La pareja se tomó de la mano y caminaron.

Un mensaje llegó al teléfono de Mario: “¿Cómo estás? ¿Me extrañas? Gracias por los dulces que me diste, están muy ricos, también por el viaje. Sabes que te quiero mucho. Oye ¿tienes la foto donde estoy durmiendo? Cuídate, te quiero.

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