martes, 26 de octubre de 2010

Desde entonces


Las estrellas huyen mostrándose. No es de nuestros ojos, es de nuestro tacto, de nuestras manos opresoras de donde huyen. Se retiran, se hunden en el inmenso esapcio, ¡tan elástico!, pero siempre amigas a distancia, como el amor, el verdadero amor no hallado, permanecen testigos de nuestra ansia. Testigos fieles de nuestro combate, las estrellas. Ya no marcharía hacie el ayer tan sola.


Zambrano, María. (1998). Los intelectuales en el drama de España y escritos de la guerra civil.

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