viernes, 29 de octubre de 2010

De un solo centímetro


Son varias las situaciones y los lugares en donde se me ha acorralado. Delimitado en una serie de preceptos y reglas establecidas. He escuchado varias veces la negación de mis deseos. Pero hay una parte de mí, un centímetro de mi cuerpo que sigue latiendo, que es totalmente mío y de nadie más. Dónde mi deseo tiene lugar por más que se le reproche de inútil y absurdo. Un centímetro que desea expresarse en medio de la vorágine actual. Es un lugar cómodo, lo admito pero mi espacio ha sido conquistado en varios aspectos. Es por eso que deseo darle un milímetro más a mi cuerpo y con este a mi alma y corazón. ¿Porqué no puedo besar a la persona que quiero en público por temor a ser golpeado? ¿Porqué no puedo sonreír si algo me parece gracioso? ¿Porqué se me tacha de mártir y de violento contra mí mismo si me quejo o levanto la voz expresando lo que siento? A caso no puedo decir lo que pienso. Quiero decir(me) que aun hay un lugar que es propio de mí. De nadie más y que se mantiene firme a pesar de las circunstancias. Aunque parezca optimista seguiré caminando hasta donde se me permita, y si se me niega tal privilegio marcharé en mí centímetro cuadrado el cual puedo ampliarlo hasta el infinito por medio de algunas palabras. Porque las palabras me han liberado en ocasiones pasadas y deseo hacerlo a lo largo de mi vida. Así es, esto es una queja que conlleva a una confesión. Seamos libres dentro de aquél espacio que aun nos queda.

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