Algunos pensarán que se trata de una historia que no valdría la pena contar, que sería mejor que se quedará en la oscuridad de lo cotidiano y lo íntimo, pero algunas historias perduran porque dan una explicación de la realidad. Nadie hubiera pensado que todo empezaría por una simple mirada, seguida por una sonrisa. Ambos cuerpos sintieron que algo que estaba dormido en ellos había surgido, era como despertarse de un sueño, donde poco a poco recordaban que en una época lejana habían estado juntos, donde aun eran uno mismo. No eran necesarias las palabras, ambos cuerpos hablaban con la mirada, con las manos hablaban entre ellos.
Alrededor, el mundo seguía avanzando, unos escalones eran testigos mudos de los pasos de ambos amantes, se acercaron y con el primer toque de las manos llegaron a despertar de su letargo, la piel recorría la piel de su amante, con dulces caricias iba recordando. Lentamente se iban metiendo en aquello que se llama nostalgia. En épocas remotas, la raza primigenia fue castigada, cada cuerpo fue dividido en dos y fue así que a lo largo de la vida se va buscando la mitad perdida.
Solo fue durante la aparente oscuridad de un cuarto donde se encontraron los cuerpos, se abrazaron y besaron, anhelando ser uno mismo, y encontraron aquella marca nefasta de la separación es decir el ombligo. Fue en la mezcla de luces fluorescentes, en la oscuridad que el desencuentro fue inevitable. La música golpeaba los oídos de los presentes, y el corazón se desvanecía mientras los pensamientos de su compañero se alejaban. En el antiguo mito se omitió una parte, cuando los dioses se enojaron y dividieron el cuerpo de sus subordinados tuvieron que pagar un precio, ante ellos el cielo se empezó a dividir de manera inevitable, un estruendo se escucho por todo el mundo y las nubes rompieron en un sin fin de relámpagos, ahora el cielo anhelaba también su unión. Los hombres voltearon hacia arriba y vieron con desprecio tal hazaña, odiando a los dioses por tal desgracia, solo cuando los humanos lograban encontrarse el cielo se empezaba a unir.
Ambos cuerpos tomaron rumbos distintos, se encontraron con otros tantos más, reían y se abrazaban esperando así olvidar aquel primer cuerpo que habían pensado encontrar, pero durante los sueños el cuerpo habló, y con imágenes mostró la nostalgia por aquella parte que se dejó atrás. Una mirada perdida en la calle, una llamada perdida en la casa fue lo suficiente para que los cuerpos dialogaran y sus caminos regresaran. El cielo dejó de romperse y las nubes se acercaron para sanar la herida.
Alrededor, el mundo seguía avanzando, unos escalones eran testigos mudos de los pasos de ambos amantes, se acercaron y con el primer toque de las manos llegaron a despertar de su letargo, la piel recorría la piel de su amante, con dulces caricias iba recordando. Lentamente se iban metiendo en aquello que se llama nostalgia. En épocas remotas, la raza primigenia fue castigada, cada cuerpo fue dividido en dos y fue así que a lo largo de la vida se va buscando la mitad perdida.
Solo fue durante la aparente oscuridad de un cuarto donde se encontraron los cuerpos, se abrazaron y besaron, anhelando ser uno mismo, y encontraron aquella marca nefasta de la separación es decir el ombligo. Fue en la mezcla de luces fluorescentes, en la oscuridad que el desencuentro fue inevitable. La música golpeaba los oídos de los presentes, y el corazón se desvanecía mientras los pensamientos de su compañero se alejaban. En el antiguo mito se omitió una parte, cuando los dioses se enojaron y dividieron el cuerpo de sus subordinados tuvieron que pagar un precio, ante ellos el cielo se empezó a dividir de manera inevitable, un estruendo se escucho por todo el mundo y las nubes rompieron en un sin fin de relámpagos, ahora el cielo anhelaba también su unión. Los hombres voltearon hacia arriba y vieron con desprecio tal hazaña, odiando a los dioses por tal desgracia, solo cuando los humanos lograban encontrarse el cielo se empezaba a unir.
Ambos cuerpos tomaron rumbos distintos, se encontraron con otros tantos más, reían y se abrazaban esperando así olvidar aquel primer cuerpo que habían pensado encontrar, pero durante los sueños el cuerpo habló, y con imágenes mostró la nostalgia por aquella parte que se dejó atrás. Una mirada perdida en la calle, una llamada perdida en la casa fue lo suficiente para que los cuerpos dialogaran y sus caminos regresaran. El cielo dejó de romperse y las nubes se acercaron para sanar la herida.
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