sábado, 12 de marzo de 2016

La rebelión de los paraguas


No había otra forma de hacerlo. El cambio climático hizo que ese día fuera memorable. Un día antes azotó una surada en el estado provocando que el miércoles estuviera caluroso. No obstante, el siguiente día se presentía frío, se presentía porque como buenos xalapeños conocemos lo ambivalente de nuestro clima, algunos otros buscan la información meteorológica, y otros tantos se enteraron por las circulares sobre las precauciones a tomar durante la marcha. 

Sería un jueves lluvioso, ruidoso, frío y con neblina. No había otra forma de hacerlo, se tenía que salir a marchar con botas, chamarras y paraguas. Éstos últimos eran una precaución. El vivir aquí te obliga a llevar desde chamarra hasta una playera porque de un rato para el otro el clima puede cambiar lo cual obliga que nos adecuemos a sus caprichos. 

Al cuarto para las once se soltó un aguacero. El contingente saliente de humanidades iba caminando con cautela sobre las calles de la ciudad. De forma sincronizada se comenzaron a abrir los paraguas. Uno a uno se desabrochaba su cinturón y desenrollaba sus vestidos. Los colores azules, verdes, rojos, negros, y grises fueron haciendo un pequeño techo protector sobre las cabezas de los varios de estudiantes, académicos, administrativos y civiles. 

No había otra forma de hacerlo, tenías que estar cerca del otro para desfilar y no hacer tanto bulto. Los paraguas cubrían más de una cabeza por lo que la apertura de estos lograban un acercamiento con el otro, con el desconocido pero que se sabía era parte de la comunidad universitaria. La lluvia se iba por momentos, varios bajaban sus paraguas. Al llegar a la Plaza Regina la multitud crecía y las nubes decidieron bajar a ver lo que sucedía. Nos mojaban con sus miradas nosotros respondíamos apuntando nuestros paraguas hacia el cielo. Con esta acción nos imponíamos ante la lluvia para dejarle en claro que ahí seguiríamos. 

No había otra forma de hacerlo, era la rebelión de los paraguas.

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