Sin transcursos calmados
procede el viajero inerme.
Maltrecho el sendero cansado
trata de esquivar al durmiente.
Sonríe el horizonte y oscila
antes de menguar. Reposa el polvo
y el cielo cinericio exhala favila.
Él salta las frigentes vías al fondo.
Lejos y leve radioso el fuego fatuo.
Lo detienen sus entrañas maznadas,
El baile verde ígneo le es arduo.
Avanza y disminuye las miradas.
Son trampas para alejarlo del pical.
El canto pírico lo seduce.
Sin mástil y cuerdas cae al esteral.
No hay lugares para el encuentro
Do ha quedado ahora el fuego fatuo
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