Hace una eternidad. Dios, escrito con “d” minúscula, se puso a trabajar con la creación y le entregó una vasija de barro al sapo diciendo: “no la rompas porque contiene la muerte”. Ignorando el hecho de que estaba a punto de convertirse en un ángel caído y en el responsable de la muerte. El sapo le prometió guardar la vasija y lo hizo hasta el día en que se encontró con la rana: “anda, déjame tomar la vasija” – le dijo la rana al sapo. En un toque de sabiduría el sapo le contestó que no. Pero la rana no se dio por vencida, y después de insistir finalmente convenció al sapo: “tómala, pero sólo un momento, ¿de acuerdo? – Sí, respondió la rana. Excitada la rana comenzó a dar saltos de gusto y a lanzar la vasija de un lado a otro (la rana era muy tonta). “¡Para! – Gritó el sapo, pero era demasiado tarde. A la rana se le cayó la vasija que terminó siendo pedazos y al romperse la muerte salió. Dese entonces todos los seres vivos mueren. Lo cual invita a pensar que el mundo sería mucho mejor si la rana se hubiera limitado a croar. Veamos el lado positivo, hemos develado el misterio de la muerte. Todos moriremos y algunos antes de lo que imaginamos.
Dead like me
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