domingo, 28 de junio de 2009

Tazas de papel de aluminio


Siguió su camino con la idea de llegar a ver al cuervo. Caminando entre los árboles, en el camino de piedra roja bajo sus pies, veía el pequeño arrollo de aguas cristalinas deslizarse por la leve pendiente a su derecha. Lentamente, bajaba el agua cuando vio una mano de tela tratando de salir de la corriente. A se detuvo para recoger la mano.

-¡Qué extraño! ¿Quién habrá perdido esta mano?, de seguro es de la muñeca de una niña.-
Caminó hasta llegar a un tronco cortado, alrededor suyo un hilo de agua, y sentado en éste, una joven de estatura media. A se acercó a ella.

-¡Hola! – A enmudeció a ver que el cuerpo de aquella muchacha estaba hecho de varios retazos de tela. Aquella joven lloraba, contribuyendo al hilo de agua que corría a su alrededor.

-¿Te encuentras bien?- Preguntó A mientras sostenía la mano de tela-
-¡Oh, has encontrado mi bracito!-
-Tome…- Extendió la mano con el brazo. La joven lo agarró, sacó unos hilos y una aguja de su bolsillo y empezó a zurcir.
-¿Cómo te llamas?- Preguntó A
- Soy… soy… sniff- Sus lágrimas salieron nuevamente. – No me acuerdo…
-Tranquila, respira hondamente. – A se sentó a su lado.
-Disculpa… m… - Suspiró y se seco los ojos con un pañuelo que se desprendía de su costado. - ¡Ya me acordé! Me llamo Coral- Entendió su mano hacia A.
-Mucho gusto Co… - La mano de coral se desprendió al instante quedándose en la de A.
-¡Oh no! Soy una desgracia, me caigo a pedazos…
- Cálmate… no llores, mejor si llora, mejor no… ya no se lo que digo… me afecta estar en este lugar. –
-¿Tu también te vas? No puede ser… - Lloraba inconsolable Coral.
-No, ahorita no… -

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