Déjame dibujarte, atraparte entre mis dedos, y pintarte con palabras, deja que descubra en tu mirada el reflejo propio, muestra tus detalles, tus sombras, la sonrisa que ocultas, la maldad que escondes, el cabello que cubre tu frente marcada, los pliegues de tu labio grueso y rojo. Pintare con palabras tu cuerpo, y descubriré aquello que aborreces y sufres, por lo que cubres con tus ropas para aparentar lo que no eres, para disolver en el negro el tamaño real. Con las palabras como cincel esculpiré en papel tu cuerpo, y mostraré aquello que nunca has querido ver. No desprecies aquello que ha sacado la escritura, es un antídoto que a pesar de su sabor amargo, verás que sus frutos son dulces. El monstruo que escondes es tu creación y la has encerrado entre tu piel, y se manifiesta en tu miedo a verte en el espejo. Te has quedado como narciso viendo tu rostro pero has olvidado el resto de tu cuerpo, reconcíliate con él, descubre la línea que dibuja la luz en tu cuerpo, deja que las manos, aquellas que nunca prestas atención sean el vehículo para expresar la voz de tu cuerpo, para romper el silencio que le has dado, permite que las manos te pinten en palabras.
1 comentario:
Qué curioso que nuestras últimas entradas tengan que ver con el retratar. Es curioso también que siempre que queremos retratar a otro, lo desfiguramos y terminamos moldéandolo a nuestro antojo... pero pienso que también el autorretrato se hace desfigurando, ya que el reflejo parece volverse algo/alguien ajeno... "el ojo no puede mirarse a sí mismo". Gracias por tu comentario, David : ) Nos vemos.
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