viernes, 20 de noviembre de 2015

Profanación del fuego


El caminante escribía sobre el fuego, estaba seducido sobre éste. Ahora ha sido igualmente manchado como los demás elementos. El fuego ha sido profanado o quizás sea sólo el encuentro con un mal representante de la flama. La altanería es sólo el germen de un futuro fuego. 

Lo último que escribió representaba a una palomilla o polilla seducida por el fuego hasta que acercándose lo suficiente se consumió en la llama. A la semana se encontró con ese fuego, con alguien que simbolizaba el león o el sol. Fue un encuentro cálido donde parecía regresar el calor que le faltaba al invierno. Surgieron promesas: “te haré feliz”, “te escribiré cada mañana”, “me siento muy bien contigo”… promesas que se esfumaron. La palomilla ingenua se consumió en el fuego. Las llamas no son la respuesta a la búsqueda. ¿Será que la polilla tenga que metaforizarse, dejar de ser ratón que busca que jueguen con él, tendrá que dejar ser una palomilla que resista la tentación de una leve luz? Ni el agua, ni la tierra, ni siquiera el aire y el fuego son suficientes para el caminante. ¿Será necesario buscar la levedad?

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